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miércoles, 28 de julio de 2010

CAPITULO 4



Los sueños que tienes para tu futuro son aquello que sueñas durante las noches. Siempre están en el fondo de tu mente. Son lo que tu corazón desea. Te mantienen en movimiento. Acepta la realidad y ten un plan de emergencia pero siempre persigue tus sueños, pase lo que pase.

Esta vez sólo estaban dos chicas más en la sala de espera. Una de ellas era Taylor Momsen, quién había participado en Mini espías 2 y ahora protagoniza Gossip Girls. Era guapísima, y su cabello era largo y rubio. La otra chica tenía dieciséis años de edad. Yo era treinta centímetros más baja que ambas. Cuando me llamaron a la sala de audiciones, leí escenas para los ejecutivos una y otra vez. Les canté canciones. Hablé con ellos con el fin de que 'pudieran conocerme'. Leí más escenas. Canté más canciones. Leí canciones. Canté escenas. Hubiera colocado papel tapiz en la pared con un tutú de ballet si hubiera pensado que aquello demostraba que el papel de Hannah era para mí. Fue un largo día, y por fin terminó. Mi mamá, mi abuela materna (Mammie) y yo nos hospedamos en el parque temático de los Estudios Universal de manera que tuviéramos algo divertido por hacer en caso de que el viaje resultara un fiasco. Una vez finalizadas las audiciones, fuimos a comer a un restaurante llamado Daily Grill. Tomamos asiento, pedimos nuestras bebidas, y de inmediato me vacié todo el Doctor Pepper de Mammie sobre mi falda blanca. Mientras yo sacaba servilletas de papel del servilletero a toda velocidad, llamo Margot. Ella y mi madre conversaron durante un rato y luego mi mamá colgó y se volvió hacía mí. 'Quieren que volvamos al estudio ahorita mismo', me dijo. 'Quieren hacer pruebas contigo y con otra chica que tienen para el papel de Lilly. Margot dijo que debemos dejarlo todo' Y contemple mi falda empapada de Doctor Pepper y exclamé: ''Pensé que ya lo había hecho''. No podía ir así, pero ya habían enviado un auto a recogernos, Corrimos al hotel para que pudiera cambiarme antes de que llegara el auto. Con el corazón acelerado y las palmas de las manos sudorosas, hice pruebas con la actriz para el papel de Lilly, una dulce chica de cabello muy oscuro. Ella y yo murmurábamos, emocionadas. ¡Eramos las elegidas! ¿O no? Parecía tan prometedor. Al final pensé que dirían que tenía el papel; en lugar de ello, sólo me dieron las gracias y me enviaron de regreso a Nashville. Al principio hice que mi mamá le llamara al agente cada día para saber si había alguna noticia, pero nunca hubo noticias. Pasaron las semanas y, al final, dejamos de llamar.
Nunca dije a nadie en la escuela que presentaba audiciones en Los Ángeles, pero tal parecía que mis torturadoras tenían un sexto sentido al respecto y que sabían que yo iba a alguna parte. Cuando regresé de Los Ángeles la segunda vez las chicas llevaron el acoso más allá de lo normal. Ellas eran chicas grandes y rudas. Yo era delgada y de baja estatura. Eran muy capaces de causarme daño físico. Como si no fueran lo bastante temibles, me enviaron una nota en la cual me amenazaban si se me ocurría presentarme a la cafetería al día siguiente, durante el almuerzo. No voy a dar idea a los acosadores al explicarles de qué consistía la amenaza; sólo digamos que no era agrabable. Y sé que suena un tanto absurdo y repetitivo el hecho de asustarse por una pequeña nota. Sólo tienen que creer en lo que les digo: esas chicas no bromeaban.
Había intentado manejar el acoso por mi misma, durante todo ese tiempo. No quería demostrar mi temor, ni a esas chicas ni a mis amigos ni a mis padres. Nunca llore. No se los dije a mis padres. Intenté todo lo que se me ocurrió. A veces intentaba defenderme; a veces me disculpaba; a veces sólo me alejaba. Siempre me sentía sola. Sin embargo, la noche del día en la cual recibí la amenaza en la cafetería me pareció que la Operación Haz Miserable A Miley escalaba un nuevo nivel. Más como Operación Elimina a Miley. Tenía tanto miedo que se lo conté a una amiga del equipo de porristas por teléfono. ¿Debía fingir que estaba enferma de gripe? ¿Debía faltar al almuerzo? ¿Debía armarme con una botella de catsup y prepararme para la batalla?
Tan pronto como colgué el teléfono, mi papá entro a mi habitación, se sentó a los pies de la cama y me dijo que había escuchado mi conversación al pasar. Yo giré los ojos hacia el techo. Papá quería saber qué era lo que sucedía. Yo le mostré la nota y le confesé que estaba muerta de miedo. Sin embargo, le supliqué que no hiciera nada. Sabía que si le contaba a mi mamá, ella llamaría a la directora. Ella es ese tipo de mamá. Si llamaba a la directora, sería mi fin. Ellas me destruirían. Papá me escuchó y me dijo que lo comprendía, pero entonces agregó: 'Sabes que tengo que decírselo a Mamá.'
Yo seguí a Papá hasta donde Mamá se encontraba le dije: 'Mamá nunca más te hablaré si dices algo.' No obstante, pude ver en sus rostros que, tan pronto como me fuera a dormir, ellos tendrían una Conversación. Fui al almuerzo al día siguiente, sin saber cómo había finalizado la Conversación. ¿Qué otra cosa podía hacer? Si me ocultaba de las chicas de hoy, me atraparían mañana. Era como un especial para finalizar la escuela acerca de la enana que terminaría golpeada. Sin embargo, en lugar de tener un final feliz con un mensaje motivante sobre superar la adversidad, el guión podría terminar conmigo como ermitaña de doce años de edad que vive el resto de su vida sin amigo y sola. Tan pronto como tomé asiento en mi mesa vacía en la zona de los perdedores en el comedor, tres chicas se agruparon a mi alrededor y me miraron desde su altura. Mi estómago se encogió. Me aferré a mi emparedado de queso asado como si se tratara de la mano de mi mejor amigo en aquellos días. Estaba acabada. Ellas comenzaron a provocarme y a decirme que me levantara. Yo me quedé sentada allí, inmóvil. No sabía que hacer. Miré alrededor y vi a la mamá de una de las chicas sentada en una mesa cercana. ¡Una Madre! y se reía. Por fin, no pude soportarlo más. Yo no era una cobarde. ¿Qué podrían hacerme? Estaba rodeada de gente. Me puse de pie, aún treinta centímetros más bajitas que ellas, y dije: '¿Cuál es su problema? ¿Qué les he hecho?'.

Antes de que pudieran decir o hacer algo, la directora entró e interrumpió al decir: ¡Chicas! Apenas la directora pronunció esa palabra, todos los chicos del comedor exclamaron '¡Ohhhhh!' Eso fue muy humillante...¡Y tranquilizante!
Resultó que después de la Conversación, Mamá había decidido llamar a la directora. Al principio mi mamá pensó que era una insignificancia, que las chicas eran chicas y todo eso. Sin embargo, mi papá le dijo: 'No puedes saberlo. Ocurren cosas en las escuelas todo el tiempo' Desde luego, aquello asustó a mi mamá. Cuando lo reflexiono, supongo que me sentí aliviada de que mi mamá hubiera actuado. Con toda honestidad, ignoro lo que esas chicas me hubieran hecho, incluso con una de sus madres presente mientras todo ocurría. La directora nos llevó a su oficina, nos obligó a 'reconciliarnos'. Como si estuviéramos enfrascadas en una discusión acerca de quién robo el lápiz de quién, cuando todas sabíamos a la perfección que éste era un caso clarísimo de tortura a un inocente




Sólo tres niñas me molestaron aquél día en la cafetería, pero intuí que los demás chicos disfrutaron el espectáculo. Siempre he sido objeto de algunas burlas por tener un padre famoso. Mis compañeros de clase decían: 'Tu papá sólo tuvo una canción exitosa. Nunca sobresaldrás en nada como él.' Yo sólo los ignoraba. Pensaba que él era exitoso y que estaba contento de su vida. Tal vez pensaban que yo era arrogante por sentirme orgullosa de mi papá (bueno, es el hombre más maravilloso que existe), o por querer ser yo misma o por querer ser actriz y cantante. Tal vez sólo olían mi inseguridad. Tal vez por eso me rechazaban. Sin importar el motivo, hasta el día de hoy lo desconozco. Es probable que nunca lo sepa y, en este momento, no me interesa. En realidad no culpo a mi ex mejor amiga, Rachel (Una vez más los nombres están cambiados) por traicionarme. Ella nunca fue cruel conmigo de manera directa. Con toda honestidad, creo que ellas la presionaron para que me abandonara y me ignorara. Quiero pensar que yo nunca abandonaría a una amiga tal y como ella hizo, pero intuyo que temía tanto a sus nuevas amigas como yo. La diferencia era que ella les temía desde adentro del grupo, y yo, desde afuera.
Siempre encuentro consuelo, orientación y respuestas en mi fe, acudí a mi Biblia, tal como hago ahora con frecuencia, y encontré este Salmo:

Salmo 25: 1-2, 5-7
A ti, Oh Señor, Entrego mi vida.
Dios mío, en ti confió Que no sea yo avergonzado.Que no se regocijen mis enemigos por mis derrotas.Guíame en tu verdad y enseñame porque tú eres el, Dios de mi salvación.En ti deposito mi esperanza todo el día.Recuerda, oh Señor, tu compasión y tu amor infalible.Que me has demostrado desde mucho tiempo atrás.
Después de la charla con la directora, la mayor amenaza había desaparecido, pero yo aún me sentía sola. Y después de haber faltado tantas veces a los entrenamientos por causa de las audiciones, ni siquiera contaba más con el consuelo del equipo de porristas. Sólo pasaba los días. Comencé a juntarme con otras chicas más grandes e intentaba no pensar en eso, pero las chicas crueles continuaron con su costumbre de hacerme pasar malos ratos cada día. Odiaba la escuela. Nunca me volvía para abrir mi casillero sin asegurarme de saber quién más estaba en el pasillo. Nunca me quedé a charlar entre clases o después de la escuela. Cada vez que iba al baño o que daba la vuelta a una esquina, estaba en riesgo. No me sentía segura.

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